Por: Miguel Yilales
@yilales
Desde hace un tiempo escribir, hablar y, sobre todo, opinar se ha vuelto una especie de espada de Damocles para quienes dicen algo incómodo.
Sí lo haces contra quienes ejercen funciones de gobierno te catalogan desde resentido, capitalista, pro yanqui hasta traidor, espía o simplemente una escoria social que debe ser exterminada; sí es en contra de los que dicen oponerse al gobierno te cae un chaparrón de insultos como si de otro diluvio universal se tratase; pero sí dices que ninguno de los dos tiene la razón y que pueden haber otras vías, salen los gobierneros y su álter ego a decir que tu aspiras la anarquía, que promueves un pinochetazo o peor aun que eres un rufián al que le deben eliminar la nacionalidad por osar cuestionar a los ungidos divinos.
Siempre he defendido aquella máxima que reza que la mujer del César no solo debe serlo, sino que debe parecerlo, es como si usted buscara ayuda espiritual y le tocase hablar con un presbítero, un pastor, un rabino, un imán o un monje que le haya dado por colocarse unos implantes subcutáneos en forma de cuernos.
Bueno eso es lo que pasa todos los días en nuestra querida Venezuela, en la que conseguimos en distintas aceras personas que no creen en la democracia, pero que deliberan sobre ella como si fuesen Clístenes, Sócrates, Platón y Aristóteles, y digo que no creen en ella porque actúan en sentido contrario a sus principios.
Baluartes de la democracia
Desde que llegó la revolución que duraría hasta el dos mil siempre, como la que duraría mil años pero que llegó hasta que el líder supremo pasó el páramo en su bunker de Berlín, hasta nuestros días se ha creado en el imaginario colectivo que somos el país más democrático del mundo porque hacemos elecciones.
Así tenemos que en 16 años hemos tenido comicios para alcaldes, gobernadores, presidentes, concejales y diputados; plebiscitos revocatorios y abrogatorios; elecciones anuales, interanuales, cuatrienales, quinquenales, sexenales y eternales, porque hay quienes se eligen para siempre y por siempre, hasta sendas elecciones en el mismo año para cargos similares porque Donald Trump (Miss Universo) y Julia Morley (Miss Mundo) así lo decidieron y el Zar de la Belleza (que nadie eligió) así los complació.
Sin embargo que se hagan elecciones no significa que se transite el camino democrático. Existen países que se autodenominan demócratas porque cuentan los votos en procesos que no son libres, ni justos; los votantes no tienen garantizada su seguridad; existe ventajismo de quien ejerce el poder y se implementan sistemas que siempre dejan un mal sabor fraudulento, y aunque usted crea que describo a Venezuela, no es así.
Es por ello que en nuestro país se quiere enarbolar la bandera de la democracia aunque se reniegue de ella, porque es más fácil seguir el ejemplo de esos baluartes de la verdadera democracia del mundo que son Cuba, Corea del Norte, Vietnam, Irán y Myanmar.
Consenso mata primarias
Fíjense que frente a la falange del gobierno hay una alternativa, aunque por sus formas de actuar el PSUV le puede dedicar la canción del Divo de Juárez “Te pareces tanto a mí”, que ha cuestionado cualquier intento distinto a lo electoral catalogándolo de aventurero, irracional, pendenciero y un atajo, pero que al momento de demostrar cómo hacer las cosas a lo interno democrática, pacífica y electoralmente se decantan por el método del dedo, que ahora denominan, el consenso.
Uno podría preguntarse si ese método es tan eficaz y demuestra como hacen política los verdaderos políticos, además de ahorrar recursos económicos en un país asfixiado por la inflación, la caída de los precios del petróleo, la falta de inversión en el aparato productivo y con un desabastecimiento brutal ¿por qué no llegan a un consenso con los candidatos del PSUV y nos ahorran el trauma, tiempo y dinero que generan unas elecciones?
La otra duda que me abruma es ¿por qué los líderes nacionales de los partidos políticos serán postulados (Torrealba dixit) en los circuitos del estado Miranda y no en otros para roncarle en la cueva a los candidatos fuertes del chavomadudiosdadismo?
Es que hay quienes claman por el camino electoral, constitucional, pacífico y democrático para escoger a los diputados a la Asamblea Nacional, pero aplican “la salida” del consenso para que no se cuestione sus “liderazgos”, y creo que por esa vía vamos en bajada, sin frenos y con un pavimento que no se seca así escampe.
Llueve… pero escampa
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